miércoles, 23 de enero de 2013

Las flores del mal

Baudelaire, por Etienne Carjat
  • Biografía del autor


  • Producción literaria

                                           

  • Esquema de Las flores del mal

Las flores del mal. Charles Baudelaire / 1859 / Poesía maldita/ Francia
Encontrar la belleza que se esconde tras lo más feo y maldito. Baudelaire convirtió en tema poético lo impensable en su época.
LUIS ANTONIO DE VILLENA
Aparecidas inicialmente en 1859, Las flores del mal (Les fleurs du mal) recogen la práctica totalidad de la poesía en verso que escribiera Charles Baudelaire (1821-1867), poeta que revolucionó las bases y los resultados de la poesía francesa moderna y —a su través— los de toda la poesía europea. Su amigo y maestro Théophile Gautier (romántico precursor del simbolismo) escribió un artículo sobre Las flores del mal —al poco de su aparición— donde hablaba de un fisson nouveau (un temblor nuevo) en la poesía francesa.
Era cierto. Esa primera edición tuvo problemas con la censura, que mandó retirar —por obscenos— algunos poemas, de contenido o alabanza lésbicos, que en las ediciones posteriores aparecerían bajo el rótulo de Pièces condamnées, o sea poemas condenados. En una primera intención, Baudelaire pensó titular su libro Las lesbianas. Partiendo de una cosmovisión romántica, en la que el artista es el desclasado por antonomasia de la sociedad burguesa (que predica el Bien, su Bien, como basamento del orden del mundo) Baudelaire, desalentado por esa sociedad filistea y obtusa, prefiere el camino del Mal, que no sería a la postre, sino una manera distinta del Bien.
Nace así el malditismo, la búsqueda de la autodestrucción, la inmolación sacral del artista como víctima. Su afición, queridamente amoral, al ajenjo, a la lujuria, a un desorden sensual en que terminará viendo, además, un modo de inspiración. A todo ese malditismo —tema de la nueva poesía— hay que añadir una escrupulosa y magnífica perfección formal, un ritmo que ensaya novedades y una manera de adjetivar, ruptural y rotunda, esteticista y simbolista, que potencia y embellece la novedad y el talento de ese nuevo temblor, que hace de Baudelaire, no solamente un poeta de primerísima fila, sino el padre directo o indirecto de toda la moderna poesía occidental. De él nacen Rimbaud y Verlaine, pero también Mallarmé, Apollinaire y hasta T. S. Eliot. Sin Baudelaire la poesía actual no sería la que conocemos.
Durante toda su vida Baudelaire siguió aumentando Les fleurs du mal cuya tercera y definitiva edición apareció en diciembre de 1868 —algo más de un año tras la muerte de su autor— con prefacio de Gautier, al que iba dedicada. Poemas como Lesbos, Los gatos, La cabellera o Don Juan en los Infiernos —entre tantísimos— cantan la arrogancia dandi del maldito, su hipersensibilidad, su distiguido amor por lo raro, su espiritual sed de lujuria, su ansia de derrocar tabúes para llegar, al fin y casi imposiblemente —el buen burgués no perdona— a un mundo perfecto, sensual y lujoso, sin clero y sin policía.
El juego de las sinestesias, los perfumes que hablan y los colores que sienten forman parte del inmenso legado que se debe a este libro capital cuyo sagrado malditismo llenó la literatura de entresiglos, y es el mismo mal que respira en el título, a veces poco entendido, de Manuel Machado, El mal poema. El mal sacro de los hijos y nietos de Baudelaire, a quien no puede desdeñar poeta ninguno. Hablamos de un genio.
  • Walter Benjamin, "Notas sobre los cuadros parisinos de Baudelaire"
El ciclo de los Cuadros parisinos de Baudelaire es el único que figura enLas flores del mal solamente a partir de la segunda edición. Quizás nos esté apermitido buscar allí aquello que en Baudelaire ha madurado más lentamente,aquello que para salir a la luz ha demandado una mayor cantidad de experiencias sustanciales. Mejor que ningún otro texto, este ciclo de poemas nos hace sentir la repercusión de los hogares de la vida moderna, de las grandesciudades, en una sensibilidad de las más delicadas y de las más severamenteconformadas. Tal era la sensibilidad de Baudelaire. Ella le ha valido una experiencia que lleva la marca de la originalidad esencial. Es el privilegio de aquel que, en primer lugar, ha pisado una tierra inexplorada, de la que ha sacado para sus anotaciones poéticas una riqueza no solamente singular, sino también de un alcance sorprendente. Tal alcance no ha sido de ninguna manera previsible desde el comienzo. Podemos tomar como prueba algunos trazos no menos bellos que significativos, que apenas deben de haber sorprendido al lector del siglo XIX. Tan cierto es que toda experiencia original guarda como encerrados en su seno ciertos gérmenes que prometen un desarrollo ulterior. En estas pocas notas, se tratará menos de hacer revivir al poeta en su medio que de volver visible, por medio del conjunto de algunos poemas, la actualidad extraordinaria de ese París que Baudelaire fue el primero en experimentar poéticamente. Para acercarse al fondo del problema, se podría partir de un hecho paradójico del que Paul Desjardins realiza una constatación sutil: “Baudelaire –dice él– está más ocupado por deshacer la imagen en el recuerdo que por ornamentarla y pintarla”.  En efecto, Baudelaire, cuya obra está profundamente impregnada por la gran ciudad, no la pinta. Tanto en Las flores del mal como en esos Poemas en prosa que, sin embargo, en su título original El Spleen de París y en otros tantos pasajes, evocan la ciudad, buscaremos en vano el menor rastro de las descripciones de París tal como abundan en Victor Hugo.Se recordará el rol que la descripción minuciosa de la gran ciudad juega en ciertos poetas más recientes, sobre todo de inspiración socialista, y se notará que su ausencia constituye un fundamento de la originalidad baudelairiana. Estas descripciones de la gran ciudad concuerdan fácilmente con una cierta fe en los prodigios de la civilización, con un idealismo más o menos sombrío. Nada de eso hay en Baudelaire. Incluso reconociendo el prestigio de la gran ciudad, “donde todo, incluso el horror, se dirige a los encantamientos”,guarda algo de desencantado. París es para él “esta gran planicie donde el frío viento juega”, es “las casas en las que la bruma alargaba la altura”, simulando “los dos muelles de un río crecido”, es el amontonamiento de “palacios nuevos, andamiajes, edificios, viejos suburbios”, es, sobre todo, la ciudad en vías de desaparición:
El viejo París no existe más (la forma de una ciudad
Cambia más rápido ¡ay! que el corazón de un mortal).
La forma de la ciudad cambiaba, en efecto, con una velocidad prodigiosa en el tiempo de Baudelaire. Un sentimiento premonitorio de la insigne precariedad de los grandes centros urbanos está presente en los Cuadros parisinos. El estremecimiento nuevo con el que Baudelaire, según Hugo, habría dotado a la poesía es un estremecimiento de aprensión. El París baudelairiano es, por así decirlo, una ciudad minada, una ciudad desfalleciente, endeble. No hay allí nada bello como en el poema El sol, que la muestra atravesada de rayos como un viejo tejido precioso y raído. El anciano, imagen con la que termina ese canto a la decrepitud que es El crepúsculo de la mañana, que día tras día con resignación vuelve al trabajo, es la
alegoría de la ciudad:
Y el París sombrío, frotándose los ojos
Empuñaba sus útiles, viejo laborioso.
Para París, incluso los seres elegidos son decrépitos. En la multitud inmensa de los ciudadanos, las viejas mujeres son las únicas que transforman su debilidad y su abnegación. Solamente un lector que haya comprendido lo que significa el borramiento de la ciudad en la poesía urbana de Baudelaire podrá entrever la significación de algunos versos que van al encuentro de este procedimiento. En Baudelaire, la discreción en la evocación de la ciudad no excluye el trazo cargado ni la exageración. Tal el comienzo del soneto A una transeúnte: La calle ensordecedora a mi alrededor aullaba. No se trata solamente de un acento absolutamente nuevo en la poesía lírica (acento cuyo vigor es redoblado al ser colocado al comienzo del poema), sino que además esta frase, tomada como un simple enunciado, parece de una audacia provocante. Ciertamente, esta constatación, para nosotros, habituados a los ruidos ininterrumpidos de las bocinas de nuestras calles, no tiene nada de extraño. Pero cuán grande debe de haber sido su extrañeza para los contemporáneos del poeta, y cuán extraña esta concepción del París de 1850 de donde ella se derivaba. En este poema, la singularidad de la concepción va de par con la maestría poética. Tenemos derecho a ver en él una poderosa evocación de la multitud. Por otra parte, no hay en esta poesía ningún pasaje que haga alusión a ella, a menos que se la quiera encontrar en su enigmática frase inicial. Tan verdadero es que Baudelaire no pinta. Podemos hablar en los Cuadros parisinos de una presencia secreta de la multitud. Danza macabra, El crepúsculo de la tarde, Las pequeñas viejas, son evocaciones de ella. La multitud innombrable de sus transeúntes constituye el velo en movimiento a través del cual el transeúnte parisino ve la ciudad. Además, las referencias a la multitud, inspiradora soberana, fuente de embriaguez para el transeúnte solitario, no faltan en los Diarios íntimos. Más que referirse a estos pasajes, valdría la pena quizás releer el entorno magistral en el que Poe evoca la multitud. Allí encontraremos el valor adivinatorio de la exageración de estas primeras tentativas de restituir la fisonomía de las grandes ciudades. “La mayoría de los transeúntes tenía un porte convencido propio de los negocios, y no parecían ocupados más que en abrirse camino entre la multitud. Fruncían el ceño y jugaban vivamente con sus ojos; cuando eran atropellados por algún otro transeúnte, no mostraban ningún síntoma de impaciencia, sino que acomodaban sus vestimentas y se apresuraban. Otros, un grupo incluso más numeroso, se movían inquietamente, se hablaban a sí mismos y gesticulaban, como si se sintieran en soledad por el hecho mismo de la multitud incontable que los rodeaba. Cuando detenían su marcha, cesaban bruscamente de mascullar pero redoblaban sus gesticulaciones, esperando con una sonrisa distraída y exagerada el paso de las personas que los obstaculizaban. Si eran empujados, saludaban abundantemente a las personas que los golpeaban, y parecían abrumados por la confusión”. SIGUE......
Difícilmente podríamos considerar este pasaje como una descripción naturalista. La carga es demasiado brutal. Pero este transeúnte en una multitud expuesta a ser empujada por la gente que se apresura en todas direcciones es una prefiguración del ciudadano de nuestros días expuesto a una sucesión de shocks que alcanzan los cimientos de su misma existencia. Baudelaire ha hecho suya esta apercepción adivinatoria que se encuentra en la descripción de Poe. Ha ido incluso más lejos: ha sentido la amenaza que las multitudes de lasgrandes ciudades constituyen para el individuo y su entorno. Una pieza singular y desconcertante, Pérdida de aureola, releva estas angustias:
“Conoces el miedo que me producen los caballos y los coches. Hace un
momento, al cruzar la calle de forma apresurada saltando el lodo, a través de
este caos en movimiento en el que la muerte llega a galope de todos los costa-
dos a la vez, mi aureola, en un movimiento brusco, cayó de mi cabeza en el
fango del macadam. No tuve el valor de recogerla. Juzgué menos desagradable
perder mis insignias que romperme los huesos”.
¿Y quién sabe si las flores nuevas que sueño
Encontrarán en este suelo lavado como un arenal
El místico alimento que les daría vigor?
O bien
Cibeles, que los ama, aumenta sus verdores.
Podríamos agregar el célebre comienzo de poema:
La sirviente de gran corazón, de la que estabas celosa.
Si pareciera azaroso vincular estas deficiencias métricas a la experiencia del transeúnte solitario en la multitud, podríamos referirnos al poeta mismo. Leemos, en efecto, en la dedicatoria de los Pequeños poemas en prosa:
 “¿Quién es aquel de nosotros que, en sus días de ambición, no ha soñado el milagro de una prosa poética, musical sin ritmo y sin rima, lo bastante flexible y lo bastante golpeada como para adaptarse a los movimientos líricos del alma, a las ondulaciones del ensueño, a los sobresaltos de la conciencia? Es sobre todo de la frecuentación de las grandes ciudades, del cruzamiento de sus innombrablesrelaciones, que nace este ideal obsesivo”.
Hablamos aquí de un transeúnte solitario. Baudelaire ha sido solitario en la acepción más atroz de la palabra. “Sentimiento de soledad, desde mi infancia. A pesar de la familia, y en medio de los camaradas, sobre todo, sentimiento de destino eternamente solitario”. Este sentimiento lleva, más allá de su significación individual, una impronta social. Una digresión la identificará brevemente.En la sociedad feudal, disfrutar del ocio –estar exento de trabajar– constituía un privilegio. Privilegio no sólo de hecho, sino también de derecho. Las cosas no son más así en la sociedad burguesa. La sociedad feudal podía fácilmente reconocer el privilegio del ocio a algunos de sus miembros ya que disponía de los medios para ennoblecer esta actitud, incluso de transfigurarla. La vida de la corte y la vida contemplativa servían como dos moldes en los cuales las distracciones del gran señor, del prelado y del guerrero podían ser vertidas. Estas actitudes, tanto la representación como la devoción, convenían al poeta de esta sociedad, y su obra las justificaba. A través de la escritura, el poeta guardaba un contacto, al menos indirecto, con la religión o la corte, o bien con las dos. (Voltaire, el primero de los literatos que rompe deliberadamente con la Iglesia en vida, arregla retratarse junto al rey de Prusia). En la sociedad feudal, las distracciones del poeta son un privilegio reconocido. Al contrario, una vez que la burguesía asume el poder, el poeta se encuentra siendo el ocioso por excelencia. Esta situación no ha tenido lugar sin provocar una angustia notable. Numerosas fueron las tentativas de escaparle. Los talentos que se sentían más cómodos en su vocación de poeta fueron los que más se desarrollaron: Lamartine, Victor Hugo, se encontraron investidos de una dignidad totalmente nueva. Eran de alguna manera los sacerdotes laicos de la burguesía. Otros –Béranger, Pierre Dupont– se contentaron con solicitar el concurso de la melodía fácil para asegurar su popularidad.Otros, como Barbier, hicieron suya la causa del cuarto estado. Otros, finalmente, Théophile Gautier, Leconte de Lisle, se refugiaron en el arte por el arte. Baudelaire no se comprometió con ninguna de esas vías. Esto lo ha expresado muy bien Valéry en la famosa Situación de Baudelaire, donde se lee: “El problema de Baudelaire debería plantearse de la siguiente manera: ser un gran poeta, pero no ser ni Lamartine, ni Hugo, ni Musset. No digo que este haya sido un propósito consciente, pero ocurrió necesariamente en Baudelaire –e incluso esencialmente en Baudelaire–. Era su razón de Estado”. Se podría decir que Baudelaire, enfrentado a este problema, toma la decisión de llevarlo delante del público. Toma la resolución de anunciar su existencia ociosa, desprovista de identidad social; hace de su aislamiento social una insignia, se transforma en flâneur. Aquí, como en todas las actitudes esenciales de Baudelaire, parece imposible y vano distinguir entre lo que ellas comportan de gratuito y de necesario, de escogido y de sufrido, de artificioso y de natural. Este encabalgamiento señala que Baudelaire elevó la ociosidad al rango de un método de trabajo, de su método propio. Es sabido que en muchos períodos de su vida no conoció, por así decirlo, un escritorio de trabajo. Es en tanto flâneur que construyó y, sobre todo, modificó interminablemente sus versos.
A lo largo del viejo suburbio, donde penden de las casuchas
Las persianas, abrigo de secretas lujurias,
Cuando el sol cruel golpea en trazos redoblados,
Sobre la ciudad y los campos, sobre los techos y los trigales
Voy a ejercitarme solo en mi antojadiza esgrima,
Husmeando en los rincones los azares de la rima,
Tropezando en las palabras y en el empedrado,
Chocando a veces con versos largamente soñados.
Es el flâneur Baudelaire quien ha hecho la experiencia de las masas de la que nos habla. Volvemos a ella para valorar otro de estos sondeos hacia las profundidades de la vida colectiva. Una de las primeras reacciones que provocó la formación de las multitudes en el seno de las grandes ciudades fue la moda de lo que se llamó las “fisiologías”. Ellas eran pequeños folletines en los que el autor se entretenía clasificando tipos según su fisonomía y captando al vuelo tanto el carácter como las ocupaciones y el rango social de un transeúnte cualquiera. La obra de Balzac contiene miles de muestras de esta manía. Tenemos aquí, diríamos, una perspicacia bien ilusoria. Ilusoria, en efecto. Pero existe una pesadilla que le corresponde, que aparece como mucho más substancial. Esta pesadilla consistiría en ver los trazos distintivos que en un primer abordaje parecen garantizar la unicidad, la individualidad estricta de un personaje, como reveladores a su vez de los elementos constitutivos de un tipo nuevo que establecería una subdivisión nueva. De esta manera se manifestaría, en el corazón de la flânerie, una fantasmagoría angustiante. Baudelaire la ha desarrollado vigorosamente en Los siete viejos:
De golpe, un viejo cuyos harapos amarillos
Imitan el color de este cielo lluvioso,
Y cuyo aspecto habría hecho llover las limosnas,
Sin la maldad que relucía en sus ojos,
Apareció [...]
Su igual lo seguía: barba, ojos, espalda, bastón, andrajos
Ningún trazo diferenciaba, del mismo infierno venido
Este mellizo centenario y sus espectros barrocos
Marchaban al mismo paso con rumbo desconocido
¿De qué complot extraño era yo la víctima,
o qué malvado azar así me humillaba?
¡Pues conté siete veces, de minuto en minuto,
ese siniestro viejo que se multiplicaba!
El individuo que es así presentado, siempre idéntico en su multiplicación, sugiere la angustia que siente el ciudadano por no poder, a pesar de sus singularidades más excéntricas, romper el círculo mágico del tipo. Círculo mágico que es ya sugerido por Poe en su descripción de la multitud. Los seres que la componen aparecen como sujetos a automatismos. La conciencia de este automatismo estrictamente reglado, de este carácter rigurosamente típico, lentamente adquirido, solidamente establecido, va a permitirles luego de un siglo jactarse de una inhumanidad y de una crueldad inéditas. Parece que, por momentos, Baudelaire ha captado ciertos rasgos de esta inhumanidad por venir. Leemos en Fusées: “El mundo se va a acabar... Demando a todo hombre que piensa que me muestre lo que subsiste de la vida... La ruina universal no se manifestará particularmente en las instituciones políticas... Lo hará en el envilecimiento de los corazones. ¿Tengo necesidad de decir que lo poco que quedará de política se debatirá penosamente en la opresión de la animalidad general y que los gobernantes serán forzados, para mantenerse y crear un fantasma de orden, a recurrir a medios que estremecerán nuestra humanidad actual, que es sin embargo tan avezada?... Esta época está, quizás, muy próxima; ¿quién sabe si no está ya sucediendo, y si el espesamiento de nuestra naturaleza no es el único obstáculo que nos impide apreciar el medio en el que respiramos?”. Nosotros nos encontramos ya mejor ubicados como para convenir en la justeza de estas frases. Hay muchas posibilidades de que se vuelvan más siniestras. Quizás la clarividencia que ellas muestran sea menos un don cualquiera de un observador que el irremediable desamparo del solitario en el seno de la multitud. ¿Es demasiado audaz pretender que sean estas mismas multitudes las que en nuestros días sean moldeadas por las manos de los dictadores? La facultad de entrever en estas multitudes sojuzgadas núcleos de resistencia –núcleos que forman las masas revolucionarias del cuarenta y ocho y los partidarios de la Comuna– no estaba destinada a Baudelaire. La desesperanza fue el precio de esta sensibilidad, la primera en abordar la gran ciudad, la primera en ser apresada por un escalofrío que nosotros, enfrentados a amenazas múltiples, no sabemos ya sentir.
En 1888 Verlaine escribe "Les poètes maudites" en parte inspirándose en el poema "Bendición" de Baudelaire, que inicia su libro de Las flores del mal. Recoge en su obra a un grupo de poetas cuyo genio fue su maldición, lo que les llevó a la incomprensión y el hermetismo, y para los cuales el mal se convirtió en materia poética. Se caracterizan por el rechazo a las normas establecidas y su vida bohemia.
Cohetes publicado póstumamente en 1909 forman parte de sus Diarios íntimos (Journeaux intimes), escritos entre 1851-62; en ellos Baudelaire reflexiona en torno a conceptos que le obsesionan o preocupan. Aquí tenéis algún ejemplo:


III
    "Creo que he escrito ya en mis notas que el amor se asemejaba mucho a una tortura o a una operación quirúrgica. Pero esta idea se puede desarrollar de la manera más amarga. Aun cuando ambos amantes estén muy enamorados y muy llenos de deseos recíprocos, uno de los dos estará siempre más tranquilo o menos poseído que el otro. Este o aquélla, es el operador, o el verdugo; el otro, es el sujeto, la víctima. ¿Escucháis esos suspiros preludios de una tragedia de deshonor, esos gemidos, esos gritos, esos estertores? ¿Quién no los ha proferido, quién no los ha arrancado irresistiblemente? ¿Y qué encontráis de peor en el tormento aplicado por escrupulosos sayones? Esos ojos revueltos de sonámbulo, esos miembros cuyos músculos saltan o se contraen como bajo la acción de una pila galvánica; la embriaguez, el delirio, el opio, en sus más furiosos aspectos, no os darán por cierto nada tan espantoso ni tan curiosos ejemplos. Y el rostro humano, que Ovidio creía formado para reflejar los astros, helo ahí que sólo habla por medio de una expresión de loca ferocidad, o que se sosiega en una especie de muerte. Porque, en verdad, creería cometer un sacrilegio aplicando la palabra: éxtasis, a ese género de descomposición.
—¡Espantable juego, en el que es menester que uno de los jugadores, pierda el dominio de sí mismo!
Una vez preguntaron, delante de mí, en qué consistía el más grande placer del amor. Alguien respondió, naturalmente: "En recibir"; y otro: "En entregarse." Este decía: "¡Placer de orgullo!", y aquél: "¡Voluptuosidad de humillación!" Todos esos indecentes hablaban como la Imitación de Jesucristo. Por fin apareció un imprudente utopista, quien afirmó que el más gran placer del amor consistía en engendrar ciudadanos para la patria.
Pero yo digo: La única y suprema voluptuosidad del amor reside en la certidumbre de hacer el mal. Y el hombre y la mujer saben, desde que nacen, que toda voluptuosidad se halla en el mal".

  •  ALGUNOS POEMAS:
-Himno a la belleza (Spleen e Ideal, XXI), breve comentario. 

Comentario de este poema, en el siguiente enlace

 
-Femmes damnés: "Mujeres condenadas", interpretado por Damien Saez, un cantante y recitador francés, poco conocido en España.



-Destrucción ( "Flores del mal", 4 parte de la obra)



-La concepción de Baudelaire sobre el poeta ha quedado plasmada en su poema L'albatros, segundo poema de Spleen e Ideal, de Las flores del mal. Para un análisis del poema, pincha aquí.



-Los faros, de Spleen e Ideal, ilustrado con los cuadros de los pintores a los que menciona. La literatura, la música, la pintura...la importancia de lo sensorial, es la analogía entre colores y sonidos( artes y sentidos) que después veremos en Rimbaud en su poema Vocales, deudor de este de Baudelaire.




Sobre Baudelaire:





-Comentarios de otros poemas de Las flores del mal

- "Danza macabra", Cuadros parisinos. La relación de intertextualidad de este poema con Verlaine "Efecto nocturno", Rimbaud "Baile de los ahorcados" y "El cadáver de Montfaucon" de Victor Hugo es evidente: todos ellos recrearon un baile macabro, como podemos observar en  los  poemas del enlace.
Incorporo las "Danza macabras" de Saint Saëns, aunque realmente está inspirada en un poema de Henri Cazalis (poeta simbolista francés); otra versión con textos en este enlace.


Con la animación de Disney de Hansel y Gretel de Mickey Mouse, aunque la temática del corto se sale de nuestro tema:



Una nueva edición de Las flores del mal de diciembre de 2014, en este enlace.
  • BAUDELAIRE Y  LA MÚSICA
El albatros, cantada en español

 

-Sarah Brightman Fleurs du Mal, 2008



Gran admiración sintió Baudelaire por Wagner, cuya obra consideraba la síntesis del arte nuevo. En este artículo se explica ese interés. Fue importante su crítica en favor del músico, que fue rechazado e incomprendido en Francia, su defensa de TANNHÄUSER fue una prueba de ello. Los temas principales de la ópera son la lucha entre el amor sagrado y profano, y la redención a través del amor.

Aquí tenéis un poema de Baudelaire "Elevación" con música de Wagner, TANNHÄUSER.




La influencia más importante recibida por Debussy se encuentra en la poesía simbolista, sobre todo la de Baudelaire.


  • BAUDELAIRE Y LA PINTURA
-Arte y literatura,  y este otro artículo
-Sobre Redon y sus litografías de Las flores del mal
Tanto los grabados de Honoré Daumieq, como las estampas de Vernet o Guérin, sirven de elemento intertextual en algunos poemas de Baudelaire, por ejemplo para la caricatura de los personajes de "El juego", en Cuadros parisinos.
H. Daumieq
H. Daumieq

C. Vernet





C. Vernet


T. Lautrec
T. Lautrec
 
Al igual que Baudelaire, Toulouse Lautrec retrató los bajos fondos parisinos.
El impresionismo tiene bastante relación con los movimientos poéticos de la época y con Baudelaire. Ambos son transgresores, luchan contra el academicismo y proponen una estética nueva, que será muy influyente en el arte durante el siglo XX. Pintores como Pissarro, Monet, Degas, Renoir, Cézanne. Así como el tema de la gran ciudad tratado por Baudelaire, también encuentra en estos pintores y entre ellos Manet, "Boulevard des Capuchines"

La relación con Manet se manifiesta en este cuadro del pintor "Música en las Tullerías", donde además aparece representado el propio Baudelaire junto con otros artistas de la época, como su hermano Eugène Manet o el escritor T. Gautier. Baudelaire animaba a los artistas a pintar asuntos de la vida moderna, alejándose de los temas clásicos. El motivo de la música aparece también en los poemas de Baudelaire, así "Las viejecitas", vv. 53-56.
Baudelaire admiró también a Courbert, y en "El taller del pintor", 1855 se han identificado algunos retratos entre los cuales está , en la parte derecha Baudelaire.
  •  BAUDELAIRE Y EL CINE
  La película  Wilde, sobre la vida de Óscar Wilde, prototipo de dandi, está relacionada con la actitud bohemia de Baudelaire.
 


Asimismo la presencia real de Las flores del mal está presente en la telenovela Chicas mal, serie de MTV que trata de tres jóvenes de la alta sociedad que se rebelan conta los cánones de comportamiento establecidos por sus familias.

Baudelaire y la estética de la máscara: En los apartados 10 y 11 de "El pintor de la vida moderna", Baudelaire habla de la mujer y elogia el maquillaje. Huye de lo natural y se inclina por lo artificial. En este enlace podrás leer sus reflexiones acerca de este tema.

Baudelaire: pintor de la vida moderna, en este enlace.
En este blog hay enlaces a algunos análisis de la obra de Baudelaire: personajes, la mujer, el dandismo..

En este enlace encontraréis un glogster sobre Baudelaire.
Aquí os dejo vuestros comentarios sobre algunos poemas:
Crepúsculo vespertino
A una mendiga pelirroja
Los ciegos
El sol
Crepúsculo matutino
El Sol
Los siete ancianos
El esqueleto labrador



Relación con la actualidad: mira este enlace

martes, 22 de enero de 2013

Cómo hacer un comentario de texto

En este enlace encontrarás unas indicaciones bastante buenas que te ayudarán en tu Comentario.
No olvides, sin embargo, que lo más importante es hacerlos tú mismo...la presentación solo es una ayuda. ¡Ánimo!
Algunas pistas para la realización de un comentario sobre un texto teatral.
Guía para el comentario literario de textos pinchando sobre la imagen

jueves, 10 de enero de 2013

martes, 8 de enero de 2013

El jugador

Preparando la lectura...           
Ejemplo de comentario hecho 
Textos para comentar

EL JUGADOR  para el comentario
  • Vida y obra
Biografía de Dostoievski


Vídeo sobre su vida:

En este video se habla sobre el autor y su obra


Sobre "Diario de un escritor" de Dostoievski, lee este artículo acerca de la edición de 2007 y otro sobre la edición de 2010 de esta obra.

En este enlace de González Serna veremos una síntesis de su vida y obra, junto con un análisis de "El Jugador".
La biografía sobre Dostoievski que escribió Stefan Zweig la podéis leer en este enlace.
En esta conferencia del especialista Ricardo San Vicente habla sobre Dostoievski.
Pincha sobre la imagen para leer información sobre un cuento de Dostoievski, " El cocodrilo" de 1865. El cuento lo encontrarás pinchando aquí.





Dostoievski vive bajo los reinados de dos zares: Nicolás I y Alejandro II, el cual muere asesinado el mismo año en que fallece nuestro escritor.
Nicolás I


Sobre el asesinato de Alejandro II, mira este vídeo:


  • El jugador. El Jugador y el dinero. En este artículo se analiza la importancia del dinero en la obra.
Otro artículo sobre la obra.
Paralelismo entre el protagonista de la obra y el autor según Jesús Ferrero en este artículo.



Mira la información en torno a Dostoievski y El jugador de este blog


  • Rasgo formal: El estilo indirecto libre

Una de los rasgos formales de “El jugador” es la utilización del estilo indirecto libre. Es una forma de discurso que permite reflejar el pensamiento del personaje sin prescindir de la “neutralidad” de la tercera persona. Comparte rasgos del estilo directo ( p. e. las pausas de los dos puntos) y del indirecto ( p. e. las transformaciones gramaticales del verbo), pero se diferencia de ambos en la ausencia de verbo introductor ( dijo, pensó…). Permite, además la penetración del punto de vista del autor en lo que el personaje dice o piensa, es como si personaje y autor se fundieran en una sola persona; el lector percibe verdad y realismo. Así se facilita el ser objetivo al tiempo que el relato se impregna con las propias actitudes y opiniones del autor, pero jamás directamente.

Marcas lingüísticas del estilo indirecto libre:
           1Reconversión de la 1ª a la 3ª persona( la del narrador)
2         2Exclamaciones, interjecciones, interrogaciones, adjetivación que  proporcionan afectividad expresiva.
            3.Ausencia de “verba dicendi”: dijo, respondió, exclamó…
             4.E mpleo del imperfecto de indicativo y del condicional.
      5.Empleo de los puntos suspensivos (que marcan las vacilaciones, las detenciones que experimenta el monólogo interior del personaje).

Ej: Se arrepintió de sus sospechas: confiaría en ella, tenía que confiar.

DOSTOIEVSKI EN EL TEATRO Y EL CINE

  • Colección de escenas de distintas adaptaciones cinematográficas de la obra de Dostoievski:
  • Fragmento de una versión teatral de El Jugador

En 1949 Gregory Peck protagoniza El gran pecador basada en la obra de Dostoievski El Jugador



En "El color del dinero" de Martin Scorsese, película de 1986, Paul Newman interpreta a un jugador de billar autodestructivo. Scorsese estaba obsesionado con la novela de Dostoievski  El Jugador, pues le interesaba la figura del hombre enamorado servilmente de una mujer que le desprecia.
Aquí tenéis el tráiler de la película.
   
Trailer de la película "The Gambler" de 1997 basada en la obra de Dostoievski.


Otro rasgo de esta intertextualidad la vemos en The Gamblers de Sebastian Bieniek.



Runner, runner, otra película actual sobre el juego, la adicción y los peligros que encierra.



Otras obras de Dostoievski llevadas al cine: Crimen y castigo o Los hermanos Karamazov, dirigida por Richard Brooks en 1958.

Otras obras de Dostoievski representadas en estos últimos años nos muestran su contemporaneidad, como se puede ver en estos ejemplos de 2006 y 2013.
DOSTOIEVSKI Y LA PINTURA:
En la Rusia del siglo XIX la injusta situación social propició un arte cargado de tintes sociales. Artistas como Vasili Grigorievich Perov ( 1833-1882)- pintor de este retrato de Dostoievski - muestran esa predilección por la crítica social que se prolongaría hasta bien entrado el siglo XX. Aquí podemos gran parte de sus pinturas en las que refleja muy bien esa visión de la sociedad rusa del momento.usia

Arte y sociedad constituyen un binomio presente también en otros ámbitos como el literario. Desde el siglo XIX el grupo llamado "Sociedad de los Ambulantes" intentó conjugar innovación con tradición rusa. Entre sus nombres, Repin, Surikov, Serov, Levitan, Bruvel...




Además, el motivo del juego ha sido usado por pintores como Cézanne en 1895 en "Los jugadores de cartas"

Y la misma temática ha sido motivo de un reportaje que deja muestra de ello y que podrás ver pinchando sobre el enlace.












EL JUGADOR Y LA MÚSICA
También la música ha reflejado con sus notas la obra de Dostoievski, así "El jugador" en la voz de Kenny Rogers.
Y en 1929 Sergei Prokofiev estrenó la ópera "El jugador"



LA ACTUALIDAD del escritor se deja sentir en una serie sobre la vida y obra de este escritor realizada en el 2011 y que podemos ver en el siguiente enlace.
Sobre la importancia de Dostoievski en la literatura posterior tenemos el siguiente artículo

Este es un enlace de una de las muchas críticas sobre El jugador
En esta página encontrarás un monográfico de Dostoievski

Martin Amis y su libro sobre su adicción a los videojuegos.

Poetas del 27

Poetas del 27
Aleixandre, Cernuda, Lorca